Decir que el 2020 es extraño y difícil ya no es novedad. La pandemia nos puso a prueba como sociedad y, en el caso particular de la comunidad Glaux, la suspensión de las clases presenciales se transformó en un desafío. Allá por marzo tuvimos solo una semana dentro de las aulas, tan solo unos días para empezar a conocer a los chicos y chicas que ingresaron a 1º año y reencontrarnos con los que ya formaban parte del colegio y saber de ellos y para empezar a construir las dinámicas propias de cada una de las asignaturas del Área de Ciencias Sociales.
La pandemia interrumpió de modo abrupto la cotidianidad: nos quitó el aula, ese espacio donde el encuentro de cuerpos, miradas y palabras arrojadas a un colectivo hace nacer el acto educativo, ese espacio donde, junto a los estudiantes, se construye conocimiento y nos impulsó, a los docentes, a tener que repensar y reinventar nuestras prácticas, y a los chicos y chicas, a tener que elaborar nuevos modos de ser estudiantes.



Desde hace tiempo, en el Área venimos trabajando con algunos objetivos claros: por ejemplo, que los estudiantes desarrollen una actitud crítica que les permita analizar la realidad; que conozcan y respeten miradas diversas con una actitud inclusiva; que desarrollen hábitos de trabajo autónomo. Pero el presente se impuso con sus urgencias: ¿cómo sostener estos objetivos cuando es necesario transformar completamente las estrategias de enseñanza? ¿Cómo enseñar “a distancia”?
La “escuela virtual de emergencia” -como algunos y algunas le llamamos- se puso en marcha a partir del trabajo en equipo, teniendo siempre como horizonte la búsqueda de aquello que, entendíamos, era lo mejor para los estudiantes. En una semana, creamos Classrooms y nos lanzamos a la exploración compartida de sus aplicaciones y herramientas, que fuimos incorporando con el correr de los días a nuestras prácticas cotidianas. Fue necesario armar tutoriales que los ayudaran a acceder a las tareas, a los encuentros virtuales y a las distintas actividades que los docentes les propusimos desde el área. Tuvimos que superar nuestros preconceptos y entender que los “nativos digitales” no siempre están alfabetizados digitalmente.
Una vez en las aulas (virtuales) empezamos a trabajar con los contenidos propios de cada materia y el nuevo formato de clases trajo más novedades. Por ejemplo, en Geografía, los estudiantes de 4º trabajaron “La producción agrícola” utilizando las redes sociales como espacios de búsqueda de información.



Pero más allá de que las clases a distancia trajeron muchas novedades, es importante aclarar que aquellos géneros textuales que tradicionalmente se utilizan en las clases no fueron abandonados: que los estudiantes tengan la capacidad de construir conceptos, de establecer relaciones entre ellos, de aplicarlos al análisis de casos concretos es un objetivo central de nuestras asignaturas. Fue todo un desafío imaginar estrategias para la enseñanza de esos conceptos y herramientas que consideramos claves para pensar y para describir la realidad social y también fue emocionante ver cómo, en la elaboración de los propios textos, iba emergiendo su apropiación por parte de los estudiantes.



Otro de los desafíos que se presentó al momento de organizar las clases fue el de intentar anticiparnos a las dudas que pudiesen tener nuestros estudiantes e intentar ser lo más explícitos posibles al momento de enviar las consignas de trabajo y los criterios de evaluación. En este contexto, no existe ese momento, tan necesario, de aclaraciones “in situ”: muchas veces los estudiantes están “solos” leyendo las consignas y decodificando qué es lo que se espera que hagan.

Por último, se presentó con mayor profundidad una cuestión que siempre nos tiene alerta a los que enseñamos: ¿hasta dónde están aprendiendo nuestros alumnos?, ¿qué nivel de comprensión están construyendo? En el aula, esta información fluye casi “sin darnos cuenta” al observar a los estudiantes, al dialogar con ellos, al escucharlos intercambiar ideas entre sí. Estos “momentos informales” del trabajo son muy difíciles de recrear en la virtualidad. Sin embargo, no quisimos perder su riqueza y se hicieron distintas propuestas: por ejemplo, en Historia de 1° año llevamos adelante el proyecto “Relatos del pasado desde el presente” y los estudiantes de 5º Económico expusieron sobre “Terrorismo de Estado en la última dictadura militar” para los de 1º.




Además de los desafíos y las emergencias, la virtualidad tuvo efectos creativos interesantes. Jugar con la grilla horaria nos permitió crear nuevos espacios de intercambio entre estudiantes y profesores. Por ejemplo, los profesores de 5º año participaron en las clases de Historia de 4º y los de Historia Orientada de 5º llevaron adelante el “Conversatorio virtual sobre Arte y Dictadura y Economía y Dictadura”, que reunió a estudiantes de las dos orientaciones en un proceso de investigación y comunicación en el que el cruce de las miradas artística y económica les permitió tener una visión más completa de ese momento de la Argentina.