El viernes 13 de marzo comenzábamos un nuevo año escolar con la expectativa de retomar todo lo trabajado en la asignatura de 4º año “Concurso de proyectos comerciales y/o sociales innovadores”, en la que habíamos ensayado con la virtualidad. Se trataba, ahora, de realizar un movimiento superador: esbozar y ejecutar un proyecto real con su  plan de negocios.
Como en años anteriores, a nuestros estudiantes les tocaba experimentar con ventas reales, manejar dinero, usar las redes sociales para difundir los emprendimientos y vender, redactar cartas y correos electrónicos para establecer contactos con dueños de locaciones y proveedores. En síntesis: retomar los aspectos tecnológicos, legales, económicos, organizacionales y administrativos trabajados en otras materias de la orientación; realizar un cronograma de acciones en el que se determinaran plazos y responsables; y elaborar, en forma simultánea, el presupuesto de los recursos materiales/financieros, así como el análisis de las posibles acciones para obtenerlos.
Pero llegó el 16 de marzo y la escuela se trasladaba a las casas. ¿Cómo trabajaríamos en esta dirección sin poder estar en el aula? ¿Cómo lo haríamos desde la casa de cada uno y cada una? Parecía que no podríamos aprovechar los 12 años de experiencia en el desarrollo de esta asignatura frente a un panorama que aparecía como inédito. El espacio en línea generaba inquietudes sobre cómo resolverían las distintas tareas para armar un plan de negocios. ¿Formarían equipos de trabajo o serían trabajos en equipo?
En este marco, los tiempos y los horarios cambiaron: comenzamos con clases virtuales a través de videoconferencias y con el uso de la plataforma Classroom para la entrega de las distintas actividades propuestas. Actividades que, al principio, fueron individuales, cuando debieron analizar emprendedores y emprendimientos reales según sus intereses y luego grupales, cuando formaron equipos para proyectar emprendimientos comerciales para los que produjeron prototipos. Es cierto: dada la emergencia sanitaria, no hicieron ventas reales; sin embargo, el modo en que gestionaron sus proyectos haciendo un uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación les permitió experimentar con herramientas y modos de trabajo que, seguramente, deberán poner en juego en el futuro inmediato.
Hacia mayo, los grupos ya estaban bien conformados y el espacio en línea nos permitió seguir al detalle, con mucha minuciosidad, la evolución de cada emprendimiento, ya que asistieron con horarios pautados para el ingreso al aula virtual, en la que cada integrante exponía lo que estaba realizando según el rol asignado en el organigrama del proyecto. En ocasiones, cuando trabajamos en el aula, las preguntas se amontonan y es difícil organizar el espacio de consulta; en este sentido, la sala virtual nos permitió un diálogo más ordenado.
Nuestros estudiantes nos sorprendieron gratamente con su capacidad de plasmar en acciones concretas todo lo aprendido en su paso por el Glaux.

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